De los grandes conflictos del Siglo XX el que se desato
durante ocho años (1937-1945) en el este de Asia es sin duda el menos conocido.
La segunda guerra chino-japonesa (la primera estallo en 1894-5), de hecho
provoco un numero de victimas casi diez veces superior a los registrados en
Vietnam; fue una feroz guerra de conquista, durante la cual el ejercito japonés
cometió numerosos crímenes contra prisioneros y civiles. Las tropas del Sol
Naciente se encontraron a menudo en problemas, pero su posición nunca fue
suficiente para justificar en modo alguno la violencia a la que se abandonaron
con tanta frecuencia. Las brutalidades a menudo destacan por su gratuidad y por
la voluntad de humillar y dañar mas que explotar a las personas que están bajo
su control. Por ultimo, muchos de los peores excesos no fueron cometidos por
soldados desesperados, sino por regimientos victoriosos que habían sufrido
perdidas relativamente ligeras. A esto se añadió un obstinado recurso a las
represalias, la incapacidad de imponerse por medios distintos al terror y un
total desprecio por la vida de los otros. Cuando no se respeta ningún
principio; cuando se mata indiscriminadamente; cuando en la derrota se mata a
personas desarmadas cobardemente – como sucedió en Manila en el 45 – el limite
entre “crímenes de guerra” y “genocidio” es muy sutil. Sin embargo, no hay
rastro, de hecho, de un plan premeditado
de exterminio sistemático… la Masacre de Nanjing, narrada en este episodio
del comic Lilith,
es la mas conocida, pero había un precedente poco conocido: tras la caída de Port Arthur, en 1894, por las fuerzas
imperiales, los civiles chinos – como lo atestiguan os periodistas extranjeros –
fueron “masacrados en sus casas y sus
cuerpos mutilados de manera indescriptible” durante “tres días en los que reino una furia asesina sin limites”. Sin embargo, la violencia tras la captura
de Nanjing, en el ´37, duro meses. Un grupo de occidentales, allí
residentes, estableció un Comité Internacional, que jugo u papel vital para la
supervivencia de la población, creando una zona de seguridad desmilitarizada
para proteger a los refugiados. Se lo debemos a su memoria, a sus diarios a los
informes oficiales, a las fotos robadas, y a las notas diplomáticas aunque –
mas allá del “baile de cifras” sobre el numero de victimas entre negacionistas
japoneses y nacionalistas chinos – la veracidad de la carnicería y la orgía de
las violaciones que la acompañaron, esta hoy fuera de discusión.
Prologo del comic por
Luca Enoch.
Podéis descargar este interesante comic
directamente en este LINK.