Como cualquier otro día, te
levantas de la cama, te lavas la cara, preparas a tu hijo, te vas a trabajar…
una sucesión de tareas a seguir que se prolonga a lo largo de todo el día. Para
el artista marcial, una parte de ellas es el entrenamiento, pero desde que
tengo a mi precioso hijo, entreno lo que puedo y cuanto puedo… Lo que antes era
un plan de entrenamiento compensado y estable, se ha transformado en pura adaptación
al medio: ¿Qué hay que limpiar la casa y
recoger al pequeño de la guardería?, pues entrenamiento de formas. ¿Qué las tareas están hechas y lo recoge mi
mujer?, pues cardiovascular. ¿Que
tengo que llevarlo al pediatra?, pues dejamos el entrenamiento para la
noche o el día siguiente…Efectivamente, tener hijos es una responsabilidad que,
aunque enriquece mucho tu vida, también te la complica de igual manera.
Por otro lado, vas cumpliendo años,
y cuando me da por analizar mi progresión en esta, mi senda marcial, a veces no
se muy bien que pensar. Suelo acabar riéndome. Realmente he aprendido mucho,
pero no parece nada comparado con lo que pensaba que ya sabría cuando empecé en
esto… y ya son siete años de sudar el Kwon. Así es la vida. Uno avanza lentamente
por ella, mientras el tiempo pasa fugazmente junto a el.
Tengo una pequeña libreta donde
apunto las cosas relevantes que nuestro maestro nos enseña. Es una libreta caótica
y llena de monigotes, en la que hay todo tipo de anotaciones sobre técnicas, respiración,
ángulos, posición… puro Hung Fu Sion.
El caso es que entre todas las anotaciones, no hace mucho me fije en una de
hace años, en la que enumeraba las cosas que tenia que mejorar en mi Hung Gar…
para mi frustración, constate que la mayoría de ellas aun no terminaba de
hacerlas bien, o al menos no tan bien como cabria esperar. Bueno, mi objetivo
para el año que empieza esta claro, tengo que sacarme esas espinas. No será fácil,
dado mi escasez crónica de tiempo, pero como todo en la vida, será cuestión de
perseverar. Otros mas habilidosos y capacitados que yo parecía que se fuesen a
comer el mundo, y ya hace años que colgaron sus guantillas… como decía, cuestión
de perseverar.
En estas lides, no es cuestión de
el que mas corre, sino de el que llega.
Un saludo.
Me ha recordado a cuando tenía veintipocos y llevaba unos 4 años entrenando el estilo de Ying Shou Quan, y empecé a obsesionarme, casi sin darme cuenta, con la idea de llegar a ser un maestro. Debido a ello, los entrenamientos los enfocaba como un deber, y en pocos meses tuve que dejarlo por un tiempo, pues me vi desbordado por mi propia autoexigencia. Cuando nos hablaban en la escuela de ser humilde, nunca lo había entendido, y lo aprendí tras aquella experiencia. Ser humilde en el aprendizaje de las artes marciales significa no poner los ojos en un supuesto futuro, si no en el presente, y disfrutar de cada entrenamiento, pues es lo único real. Un saludo.
ResponderEliminarSi Noh, la autoexigencia puede yegar a ser un lastre, pero se equilibra con la madurez y la experiencia ;-)
ResponderEliminarExcelente artículo, la vida es un instante así que debemos disfrutar cada segundo de ella. Saludos desde México.
ResponderEliminarAsi es, Jorge. Animo y a vivirla!
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