Una cosa en la que no se suele pensar cuando se entrenan artes marciales
es en el desgaste que el mismo entrenamiento, cuando este es duro y constante,
produce en el cuerpo.
Ciertamente existen cien sistemas
de entrenamiento diferentes entre los cientos de estilos y sistemas de artes
marciales, por lo que “cada
maestrillo tiene su librillo”, y ciertamente varian enormemente en intensidad y esfuerzo físico. Nosotros entrenamos Hung
Gar Kuen, un estilo de Kung Fu que como reza el dicho “es para gente fuerte, o para aquella que
quiere llegar a serlo”, y nuestro Sifu
Patxi Oloriz nos lo enseña siguiendo ese espíritu (o al menos esa es mi
percepción tras entrenar con el durante años).
Moraduras, cardenales, raspones y
dolores musculares (de agujetas ya ni hablamos) son el calvario por el que te
introduces en el estilo, y con el tiempo acabas por adquirir una actitud alegremente
estoica hacia dichas molestias… luego están las lesiones algo mas serias,
producto de malos golpes en las sesiones de sparring.
Son poco comunes, en virtud de las protecciones que utilizamos para tal fin,
pero ocurrir, ocurren (y es que no estamos aprendiendo bailes de salón…).
Así las cosas, recientemente se
me dio el caso de que, arrastrando algunos malos golpes, poco descanso en
virtud de mi reciente paternidad, y con la temporada de alergias a todo gas, al
final termine por caer enfermo; y lo que es peor, me quede tan vacío de fuerza
que tuve que parar en seco el entrenamiento y dejar correr los días mano sobre
mano… lo que no seria tan grave si no tuviésemos un torneo a finales de Junio.
Así las cosas, he tenido algo de tiempo para meditar en la importancia
que tiene el descanso para el rendimiento en esta o cualquier otra actividad
deportiva intensa. A veces nos lesionaremos, y aunque solo sea por la pura
inercia del hábito, nos resistimos a dejar de entrenar… a veces no esta mal,
pero hay que aprender a escuchar al
cuerpo. Si este nos indica que necesitamos recuperarnos, ganaremos mas tomándonos
unos días de descanso que forzando la maquina para caer redondos poco después.
Luego ya solo es tema de
reintroducirnos progresivamente en nuestras rutinas, y “azuzar al tigre”, nuestro Chi
o fuerza interior, para volver al pie del cañón.
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