jueves, 26 de septiembre de 2013

La Taza de Té





Era un gran erudito que tenía enormes conocimientos y había leído miles de tratados. Oyó hablar de un sabio y decidió, que aunque solo fuera por curiosidad, iria a visitarlo.

-Perdone que le moleste. Tengo entendido que es usted un sabio. Necesitamos sabios en este mundo, sí. Yo soy un hombre culto, muy culto, excepcionalmente culto.

-¡Ah! -exclamó el sabio.

-Tengo títulos, distinciones, diplomas de numerosas universidades... He leído a los filósofos de todas las épocas; conozco todas las vías de la metafísica. Leo en varios idiomas, cotejo textos antiguos, tomo innumerables notas...

-¡Ah! -volvió a exclamar el sabio.

-Como tengo una memoria prodigiosa -añadió el erudito-, recuerdo las fechas de nacimiento y muerte de los grandes filósofos, pensadores, poetas, inventores...

-Si me lo permite -dijo el sabio- voy a preparar una taza de té. El sabio volvió unos instantes después. Traía la tetera y dos tazas, una de las cuales colocó ante el invitado.

-He estudiado infinidad de doctrinas, religiones, métodos de auto conocimiento... Dispongo de una biblioteca fabulosa. Es raro el libro que no haya leído dos o tres veces.

-¡Ah!

El sabio comenzó a verter el té en la taza del visitante. Cuando el líquido llegó al borde de la taza, siguió echando más y más té, que se desparramó por toda la mesa.

-Pero ¡¿no ve lo que está haciendo, torpe?! -preguntó visiblemente irritado el visitante-. La taza está llena y ya no puede contener más té.

Y el sabio repuso:

-Tú estás lleno de conceptos, opiniones, creencias, saberes librescos y erudición, y en ti no puede entrar ninguna sabiduría.


Comentario:

La erudición no es sabiduría; el saber libresco no es conocimiento que transforma y libera. La erudición es acumulación de datos e información, pero no procura una experiencia interior de paz profunda y auto conocimiento. Todos nos podemos pasar los unos a los otros estos datos. Tú me pasas tu información y yo te paso la mía. Pero tú no me puedes pasar tu sabiduría ni yo te puedo pasar la mía, porque la sabiduría es personal e intransferible. El mundo está lleno de personas con grandes conocimientos que son irritables, o están atormentadas, o generan relaciones destructivas y conflictivas, o no pueden liberarse de sus emociones venenosas.

La erudición y la cultura se adquieren, vienen de afuera, pero la sabiduría hay que desarrollarla y actualizarla dentro de uno mismo. Es una lámpara para iluminar la senda de la vida. La sabiduría aporta equilibrio y armonía; nos permite saber cuándo injerir en el curso de los acontecimientos o cuándo abstenernos de hacerlo; procura confianza en uno mismo pero desde la humildad y no desde la arrogancia; nos previene para que no nos precipitemos en la exaltación desmedida o el insuperable abatimiento (estabilizando el ánimo); nos ayuda a encontrar nuestro propio eje y a evitar el tedio, los auto engaños y justificaciones; nos hace conscientes de nuestras limitaciones como seres humanos, sin atolondrarnos con falaces expectativas; mejora la relación con los demás y considera como lo más bello e importante la bondad y la amistad; nos enseña a navegar en el océano de la vida cotidiana y en el de nuestro universo interior; invita a una vida sencilla, sin artificios, natural y placentera, sin desear lo inalcanzable y gozando de lo que es posible alcanzar, sin preocuparse de si nos elogian o insultan, libre siempre de envidia y celos, sin afán de acumular más de lo necesario, valorando cada minuto de la vida para no despilfarrar innecesariamente el tiempo; coopera para poder discernir entre lo esencial y lo superfluo, lo real y lo banal; abre el corazón y deja que fluya libremente el néctar de la compasión, pudiendo identificarnos con el sufrimiento de otras criaturas y tratando de colaborar en su bienestar; nos ayuda a estar más auto vigilantes y ocupamos mejor de nosotros mismos y de los demás; es la luz del noble arte de vivir y nos otorga un saludable dominio sobre la mente, la palabra y los actos; resuelve conflictos y discordias; previene contra el agobio y la desesperación; convierte la soledad en fecunda y valora el auto conocimiento. Enseña a estar bien en soledad y en multitud; nos hace más veraces y próximos a los otros seres sintientes; proporciona sagacidad, renovado entusiasmo, sentido del humor, ánimo apaciguado; presta vitalidad; ayuda a vivir y a morir. 

La sabiduría es sosiego; el sosiego conlleva sabiduría. La sabiduría nos ayuda a percibir y conocer lo que no puede ser percibido ni conocido por la erudición.
  


Extraido del ”Libro de la Serenidad” de Ramiro Calle

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Que Tienes en la Cabeza?