sábado, 25 de abril de 2015

Sudor, Extenuación y Dolor… un Sábado cualquiera entrenando Kung Fu.




El despertador salta en tu mesilla con su impertinente rugido. Lo apagas y te levantas de la cama. Es sábado y son los 08:00. Te lavas la cara y sacas de la cuna a tu hijo, le das el desayuno de los campeones, y mientras se lo toma aprovechas para desentumecerte con unos ejercicios de Chi Kung. Desayunas tú y te vistes con la ropa de entrenamiento. Una camiseta con el nombre de la escuela en Cantones, y un pantalón holgado gris (fue negro hace años, pero para lo que vas a hacer no hace falta que estés muy guapo). Le das un beso a tu mujer y sacas al perro. Cuando vuelvas, otro beso y al gimnasio.

Son las 09:30 y te encuentras con Rubén. Como siempre sois los primeros en llegar, y eso significa que tenéis que montar el altar. Lentamente colocáis las fotos de los maestros, Tang Fong y Chow Wing Tak, la del padre del sifu, y la de Kuan Kung, el patrón de las artes marciales chinas. Encendéis inciensos, tres reverencias y a calentar.

El resto de compañeros van llegando con calma y se unen al calentamiento. Unas vueltas al trote, movilidad, comba… como es sábado no toca la típica sesión de Cross-Fit, compuesta de una infernal sesión de series de flexiones, sentadillas, levantamientos de pesas, abdominales y carrera. Cuando Sifu Patxi lo considera adecuado os ponéis en línea y practicáis desplazamientos, combinaciones, barridos… luego por parejas a practicar estos movimientos con el compañero. Hoy toca doble bloqueo con los antebrazos, abrir su guardia, puño a las costillas y agarron de la nuca con zancadilla para tirarlo al suelo.

Terminados los preliminares, os ponéis el bocado, los guantes y las espinilleras. Es hora de hacer Sparring. Empezamos solo con puñetazos, después piernas y finalmente libre. Llueven los golpes, te tiran al suelo, el sifu te riñe por enésima vez cuando intentas algún golpe ilegal (la ingle, el cuello y la bolea hacia atrás son mis favoritos). Luego las cosas se ponen mas serias, cuando por parejas pasáis ante el a zurraros de lo lindo. Solo 3 minutos, pero después de varias rondas el cansancio se hace difícil de soportar. Los brazos te pesan, sientes que te mueves como una tortuga, y te palpita la sien de la última caricia que te ha hecho un compañero.




Ya completamente empapados en sudor, y con las extremidades que te pesan cien kilos, abandonáis el tatami para volver a la pista. Toca entrenamiento de formas; esta vez Chei Mei Kuan (el palo corto). Primero repasáis lo que sabéis y después avanzáis en la forma. Esta vez te toca sentirte más perdido que un pulpo en un garaje… perdiste algunas clases críticas que ahora vas a echar de menos. El palo así no, así. Eso esta mal, piensa. Si no te enteras como va, pues esfuérzate mas. Te he dicho que así no, es así…

Son las 13:30 y recogéis el altar. Charla con tus compañeros, cada cual comentando las mejores jugadas, un par de consejos por aquí y por allá, una ducha y os vais para casa.

Cojeas del pie derecho, y el hombro te promete cien futuros dolores. Tendras que tratárlos con linimento y aguantarte. Llegas a casa, besas a tu mujer y a tu hijo, hay que sacar al perro y preparar la comida… por la tarde a trabajar.

El martes que viene de vuelta al Kwon.

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