En España abundan las academias de kung-fu que dicen ser centros oficiales del famoso templo budista, aunque no cuentan con su autorización
Érase una vez un templo consagrado a la
enseñanza del kung-fu tan famoso que todos los maestros de artes marciales
querían usar su nombre. Los primeros, los propios monjes budistas que lo
custodiaban, que incluso hoy siguen ofreciendo a sus visitantes dos semanas
de «clases particulares» por 1.000 dólares (750 euros). «Fuera del templo,
el alojamiento y la comida corren por tu cuenta, pero podemos colarte para que
entrenes con nosotros», nos ofrecen, al margen de los programas oficiales, un
par de jóvenes monjes en el puesto de información turística nada más entrar en
el legendario monasterio de Shaolin, donde se lleva practicando el kung-fu
desde el siglo V
Elevado a una categoría mística por sus
seguidores, dicho arte marcial chino está en la picota tras los horribles crímenes
cometidos por Juan Carlos
Aguilar, el "profesor de kung-fu" que presuntamente torturó y asesinó a dos
mujeres a principios de mes en Bilbao. Presentándose como Huang C., Aguilar
se promocionaba como el primer monje occidental que había estudiado en Shaolin,
lo que ha sido desmentido por este histórico templo enclavado a la sombra del
imponente monte Songshan en Dengfeng, a una hora en coche de Zhengzhou, capital
de la provincia central de Henan.
«Ni era el primer estudiante
occidental, ni se formó en el monasterio de Shaolin, sino en la cercana
escuela Wushu Guang Shaolin Temple Center. A pesar de su nombre, no pertenece
al templo, sino al Gobierno y a la Administración de Turismo de Henan», explica a
ABC Wang Yumin, responsable de su Oficina de Asuntos Exteriores.
Un centenar de estudiantes
Gracias a su prestigio mundial,
alrededor del monasterio hay decenas de escuelas de artes marciales donde
estudian más de 50.000 alumnos. Tal y como aclara Wang Yumin, «todas ellas
llevan el nombre de Templo Shaolin, pero ninguna tiene nada que ver con el
monasterio», donde solo se forman un centenar de estudiantes con edades
comprendidas ente los diez y los 22 años, la mayoría de los cuales se preparan
para ser monjes.
Incluyendo comida y alojamiento, el
responsable de Exteriores señala que un mes de clases de kung-fu en el templo
de Shaolin cuesta entre cero («lo hacemos por caridad») y los 1.000 dólares
(750 euros) que nos pedían a la entrada los monjes por dos semanas de
«clases privadas». Pero un alumno ruso, con bastante más de 22 años, irrumpe
durante la entrevista en su oficina y le pregunta en mandarín: «Tengo un amigo
que quiere mandar a su hijo a estudiar aquí. ¿Por cuánto le saldría?».
Diez escuelas en el mundo
Al igual que ocurre en China, en España
también abundan las academias de kung-fu que se promocionan con el nombre de
Shaolin o incluso «venden» a sus clientes que son el «único» centro autorizado
u oficial del monasterio. Es falso. «Además del templo, sólo tenemos diez
escuelas, propias o “joint-ventures”, que están bajo nuestro control y
cuentan con la autorización para enseñar directamente firmada por el abad Shi
Yongxin, máxima autoridad del monasterio. Entre otros países, están en Estados
Unidos, Alemania, Inglaterra, Italia, Australia y Austria, pero no hay ninguna
en España», indica por teléfono desde Berlín Ding Ding, director general de la Asociación Europea
de Shaolin (SEA).
De dicha asociación forman parte 40
escuelas que han reconocido al célebre templo como la fuente original del
kung-fu de Songshan Shaolin. «El templo no tiene control sobre estas
academias, pero colabora con ellas enviándole profesores y las invita a sus
eventos», desgrana Ding Ding.
Entre estas 40 escuelas figura Shaolin
Temple Cultural Center Spain. Dirigida por Bruno Tombolato, es la única de
España que está reconocida por el monasterio chino a través de la Asociación (es miembro de la SEA desde 2012), que sin
embargo niega, como dice su página web, que sea la «escuela oficial del Templo
Shaolin» (pues no esta bajo el control del templo, como se explicó antes) y esté certificada por Shi De Yang, el maestro de kung-fu más
prestigioso del mundo. Sí es cierto que Shi De Yang permitió a Tombolato
organizar en exclusiva su visita a España el pasado mes de mayo pero, según
recuerda el responsable de la Asociación Europea de Shaolin, «el único que
da las certificaciones del templo es el abad Shi Yongxin».
«Pertenecer a la Asociación te da
oficialidad, confianza y credibilidad», se justifica Tombolato, quien no
obstante admite que «si ellos me dicen que hay que cambiar algo (de la web), se
cambiará».
Unas modificaciones similares en su
portal de internet ya las ha hecho Carlos Álvarez, maestro del Shaolin Temple
Spain, después de que ABC se pusiera en contacto con él esta semana. Como
prueban las fotografías tomadas antes de los cambios, dicha academia se
«vendía» como «el único centro certificado de España para la enseñanza de la
cultura Shaolin». Además, aseguraba que sus «maestros e instructores son
examinados por el propio Templo Shaolin, y certificados personalmente por el
abad». Lo más extraño de todo es que el maestro de Carlos Álvarez, Shi Heng
Jun, no reconoce la autoridad de Shaolin y en 2007 montó su propia escuela en
el cercano templo de Fa Wang, mucho menos turístico y comercial.
«Mi maestro me ha engañado. Yo no
sabía que él no pertenecía a Shaolin y pensaba que estaba certificado por
dicho templo cuando me dio el carné de Fa Wang en 2009», se excusó Álvarez por
teléfono el viernes. Sin embargo, en un correo electrónico remitido un día
antes escribía que el «Abuelo Maestro (Shi Heng Jun) no está vinculado con el
templo Shaolin porque no comparte sus políticas y todos sabemos que hay
problemas entre ellos», afirmaba refiriéndose a Shi De Yang.
A pesar de todo lo que asegura haber
aprendido de su maestro y de que su nombre permanece grabado en una piedra del
templo de Fa Wang, Carlos Álvarez ya se ha puesto en contacto con Shaolin
para reconocer su autoridad.
Sin pisar China
Más combativo se muestra Víctor Díaz,
quien registró en 2005 la marca Templo Shaolin y asegura haber «programado con
plena validez para Occidente la enseñanza de Shi De Yang». Por supuesto, el
monasterio no lo reconoce. Entre otras cosas, porque jamás ha estado allí.
«Alguno de mis alumnos sí, pero yo nunca he ido a China», admite Díaz, quien
esgrime que «la autorización no depende de lo que diga el templo porque yo
tengo una experiencia sobrada de 30 años». Y, colorín colorado, este cuento
chino no se ha acabado porque hay muchos más «maestros» así.
Por Pablo.M Diez, extraído del periódico
digital ABC el 17/06/13
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Y después de este
interesante articulo… ¿Qué decir?
Pues que estafadores,
estafados y hasta algún perturbado siempre ha habido y seguirá habiendo… gente
que enseña “puños como flores, patadas como brocados” como reza un antiguo
dicho Chino; pero no por ello ha dejado de haber, y aun hoy hay, otra gente que,
consagrada a la enseñanza de las artes marciales, intenta, con gran honradez y
no poco sacrificio transmitir estos conocimientos ancestrales del arte de la
lucha, evitando que se pierdan en los laberínticos pasillos del ego y el
dinero, para que así, puedan perpetuarse en el futuro, como un legado para las
nuevas generaciones.
Y es que si lo
piensas, hay algo de magia en el hecho de que los conocimientos que hoy
aprendemos de nuestros maestros, en pleno Siglo XXI, nos hallan llegado de la
mano de las generaciones pasadas, remontándose varios siglos en el tiempo… y es
por ello, que los que hoy recibimos esos conocimientos debemos respetar ese
legado que se nos ofrece, y nunca corromperlo por estúpida ambición.
Un saludo.
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